lunes, 30 de marzo de 2009


Manchas, sellos, marcas, proliferan por doquier en las calles de Buenos Aires. El ojo urbano busca acostumbrarse a nuevas formas de expresión, hasta hace poco desconocidas. Dicen que el hombre es un bicho de costumbre y así camina pensando en un deseo, en la factura vencida o enviando mensajes de texto por el móvil sin percibir en forma conciente lo que las paredes le gritan, le preguntan, le recuerdan. Hasta que un día se para ante una especie de sello que dice “Hay que besarse más” con una imagen de dos chicas besándose, o la leyenda “30 años” y un Falcon con dos tipejos siniestros arriba o advierte que la calle Estados Unidos a la altura de Boedo se llama “Guasones”, o al menos eso dice la chapa azul que indica las calles. Y a todos nos pasa lo mismo, hasta que caemos en que eso que vemos por primera vez, en verdad ya lo habíamos visto antes, cientos de veces, con la cara de Don Ramón (el del Chavo) con la leyenda “Don Ramon y La Vizcacha” (?) o la leyenda “Carajo mierda” y arriba la imagen de la Señora. de los almuerzos. Pero no son graffitis o al menos no los tradicionales. Son stencils.

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